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Cómo construir un Producto Mínimo Viable. Cuarta y última parte.

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Hoy es uno de esos días en los abriría una botella de Champagne, llamaría a mis amigos y les diría que el esfuerzo tiene su recompensa. Hoy, por fin, hemos terminado nuestro PMV. Hoy, podemos decir que todas las entrevistas con aquellas primeras cincuenta madres, el feedback del prototipo, las entrevistas a nuestras niñeras, las diferencias de pareja o las largas horas delante del ordenador, han merecido la pena.

En este proceso hemos pasado por diferentes fases. No os voy a hablar mucho del producto porque una vez lo tienes tan sólo quedaría enseñároslo y todavía quedan algunas cosas por hacer antes del lanzamiento pero me gustaría, mientras escribo este post, contaros qué se te pasa por la mente cuando ves que has llegado al objetivo que te habías propuesto hace tan solo unos meses.

Cuando le conté a Iván, mi socio, cuál era mi idea, nos sentamos en la primera fila del primer vagón de nuestra montaña rusa particular. Ese cosquilleo que tienes cuando sabes que en breves instantes vas a sufrir un chute de adrenalina tal que no puedes evitar cierto nerviosismo. Sonreíamos sin saber por qué, comentábamos cómo iba a ser nuestro viaje, cuándo íbamos a levantar los brazos o en qué curva estaba esa cámara que te saca siempre tan desfavorecida.

De repente entramos a formar parte del equipo de Sonar Ventures y nos vimos subiendo aquella primera Cuesta, enganchados a la cremallera que te lleva a lo alto de la atracción, allá donde todo empieza. Risas, alegría, felicidad… No sé cómo describirlo pero sabéis perfectamente de lo que estoy hablando.

Llegamos a lo alto. Estábamos a punto de comenzar la frenética primera bajada hacia una diversión asegurada y sin embargo las cosas empezaron a ponerse más feas de cómo nos las habíamos imaginado cuando nos abrochamos los cinturones abajo, en la estación. Curvas a izquierdas y a derechas, gritos, momentos en los que sientes que quieres quitarte ese anclaje que te mantiene unido a las vías y bajar del convoy. Bajar, porque no lo estás pasando bien; porque aquello no era lo que habíamos hablado tras comprar el ticket.

Pero de repente, la atracción se torna tranquila. Un paseo con ciertos baches pero de ésos que tan solo hacen que se te mueva un poco el estómago y la verdad, ésos… ésos molan bastante, ¿verdad?

pantallazos BePoppins

Para finalmente llegar al punto de partida. En nuestro caso, a un punto de partida que no era exactamente el mismo. Partimos de una “estación” intangible para llegar a una tangible y para seros sincera, los sentimientos son encontrados. Lo has pasado mal durante el recorrido pero la sensación que tienes al levantar los cinturones… esa sensación no la cambiarías por nada del mundo. Te tiemblan las piernas mientras un enanito sentado en tu hombro te dice que te montes otra vez, que la segunda vez se disfruta más que la primera.

Hoy nos hemos bajado de la montaña rusa para ir a hacer la cola de la siguiente atracción del parque. Hoy BePoppins se ha convertido en una realidad.



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